
¡Cómo logró Dios captar mi atención
“Accidente Espectacular” decía el título en la primera plana del periódico Washington State Everett Herald. Seguido de, “CONDUCTOR RESCATADO – Oficiales de Policía y Bomberos del municipio de Everett trabajaron durante 40 minutos para extraer al conductor del automóvil desbaratado que había perdido el control en el paso a desnivel de la calle 41 y Broadway poco antes de las 3:30 de la mañana. Participando en la labor de rescate, acudió el médico forense del condado, Xon Baker”
Historia Verídica
Cuando tenía dieciocho años, casi muero en un accidente automovilístico. Aunque en ese momento no busqué a Dios, el accidente si me llevó a Cristo de manera indirecta. Tan solo un mes anterior había sufrido un accidente, pero no había aprendido la lección. Este segundo accidente por poco me cuesta la vida. Era dueño de un Cougar modelo 1968 con una máquina Cobra Jet de 428 pulgadas cubicas, y pensaba, “¡Me veo bien tras el volante de este carro!”. Por supuesto que el propósito de un carro veloz es manejar rápido, lo cual yo hice, y fue demasiado rápido para mí.
Era temprano por la mañana, cerca de las 2 am, y estoy feliz de que iba solo, de otra manera alguien más hubiera resultado herido o muerto. Iba a 125 millas por hora y a esa velocidad las válvulas flotaban en la máquina, (afortunadamente) sino hubiera ido aún más rápido. Perdí el control cuando me acercaba a un paso a desnivel, el carro se derrapó y se deslizó de lado, dejando marcas a lo largo de 80 pies para después pegarle a la esquina del puente. En el impacto, las llantas estallaron en contra de la banqueta. Afortunadamente, mi cabeza se movió hacia un lado mientras se volteaba el carro, porque el puente atravesó el techo y aplastó mi hombro izquierdo, en vez de darme en la cabeza, lanzándome al asiento trasero. De alguna manera en ese preciso momento hubo suficiente espacio para que mis pies lograran salir de debajo del tablero mas no lo suficiente para que salieran mis zapatos los cuales se quedaron debajo del tablero. La fuerza del impacto clavó en el piso del carro la llave que había estaba en el contacto de encendido, aplastando la carrocería y doblando el chasis dejándolo en la forma de un plátano.
El techo del carro me sujetó al asiento trasero y no me permitía respirar. Mi único pensamiento era, “Yo no quiero morir.”. Con mi mano derecha me apoyé para acomodarme de manera que me permitiera llenar mis pulmones de aire. La Policía tardó 30 minutos en llegar a la escena, seguido de los Bomberos. Los que me encontraron pensaron que nadie podría haber sobrevivido el accidente por lo tanto llamaron al médico forense quien llego pero afortunadamente no fue requerido. Los Bomberos tardaron 45 minutos más en abrir la puerta utilizando una palanca.
Donde terminé sentado fue literalmente el único espacio que quedaba en el interior del carro. Más tarde, el ajustador del seguro me llamó por teléfono, él no creía que yo había permanecido adentro del vehículo en el accidente sino que había sido expulsado. Cuando le aseguré que había quedado atrapado dentro del carro, me preguntó, “¿Dónde? “¡ No hay suficiente espacio!”.
Estuve un mes en el hospital. Me había roto el tobillo y hasta el día de hoy el clavo de aluminio que tengo me sirve de recordatorio de lo tonto que fui. También se me trozaron los tendones del hombro izquierdo, y tenía otras heridas leves, o por lo menos eso era lo que creía. El segundo día de mi estancia en el hospital empecé a sangrar de mí riñón izquierdo. Al ver esto los doctores llamaron a mis padres para que vinieran a pasar la noche conmigo ya que no era seguro que fuera a sobrevivir.
Durante los primeros días en el hospital la mayor parte del tiempo estuve inconsciente, despertando solo ocasionalmente. Fue durante uno de estos momentos que estuve consciente que me sucedió algo que cambiaría la dirección de mi vida. Desperté y vi a mi papá viéndome con una expresión en su rostro que parecía decir, “¿Qué estoy haciendo criando a estos muchachos?”. No dijo nada, solo tenía esa expresión, y yo sabía que lo había decepcionado. Ese momento fue muy difícil para él. En esa etapa de mi vida me había dedicado a hacer lo que yo quería sin preocuparme o considerar lo que los demás sentían pero no me gustó ver a mi papá así. Sentí que lo había defraudado, no quería decepcionarlo. Entonces tomé la decisión de buscar agradarle a él, y no a mí. Sin darme cuenta, empecé a obedecer la Biblia – “Honra a tu padre.”. Esto no me salvó, ni me dio el perdón de mis pecados, sin embargo el mandamiento que se encuentra en Deuteronomio 5:16 incluye la promesa “para que te vaya bien”. Mi papá y mi mamá me amaban y eran buenos conmigo, por lo tanto quería hacer algo que los hiciera feliz.
Unos meses después de haber sido dado de alta del hospital por los doctores mi papá me llevó con el reclutador de la marina. Era algo que jamás hubiera hecho por mi propia cuenta. Supongo que mi papá estaba preocupado por mi círculo de amigos y la dirección que llevaba mi vida. Entonces, me enlisté. Fue en mi servicio militar que me sucedió algo que jamás había experimentado antes.
En aproximadamente seis ocasiones se me acercaron para hablarme de Dios, o por lo menos intentaron hacerlo. Me rehusé a platicar con el primero que se me acercó pero eventualmente empecé a escuchar. Todos hablaban de ser “salvo”.
“¿A qué te refieres con ´ser salvo´?” les pregunté.
“¿Irás al cielo cuando mueras?” Me respondieron.
“¡Eso lo sabré cuando me muera!” Dije.
“Para entonces será demasiado tarde. ¿Y si despiertas en el infierno?” Contestaron.
Me quedo corto al decir que esto era muy diferente. En las pocas ocasiones anteriores que yo recuerdo haber hecho referencia al Señor era solo para usar Su nombre en vano. En la iglesia en la que me críe jamás se nos dijo que solo Cristo Jesús te puede salvar. El Espíritu Santo empezó a obrar en mí y empecé a considerar que quizás había algo de cierto en todo esto. Si Dios me creó, entonces Él sabría cómo podría yo encontrar la felicidad. Empecé a contemplar la muerte y la eternidad. El accidente me había demostrado que yo no era el “Señor Indestructible”. Comparado con la eternidad, esta vida es solo un segundo. Entonces, ¿después de la muerte a donde iría?