
Una Historia de Peces
Difícil de Creer
Una Historia de una Pesca Difícil de Creer pero Verídica.
La experiencia más cercana a un avivamiento que algunos experimentarán es cuando por fin entiendan la acción de “dar”. ¿Recuerdan la historia del Sr. Scrooge y lo que lo hizo feliz? Es parecido a la ilustración del Mar Muerto; no tiene salida ya que se encuentra en el punto más bajo de la tierra. Se conoce como el Mar “Muerto” por un motivo, porque no hay vida en él. Tiene demasiada contaminación y sal. Si el Mar Muerto tuviera un desagüe se descontaminaría y sería como el Mar de Galilea en el que viven peces. Tanto el Mar Muerto como el Mar de Galilea son alimentados por el río Jordán pero solo uno de los dos tiene desagüe; el otro retiene todo lo que entra y solo pierde agua mediante la evaporación. ¿Eres un cristiano parecido al Mar Muerto sin desagüe? ¿Eres un cristiano que solo recibe pero nunca da? Habrás escuchado que existen dos clases de personas, “los que dan y los que toman”. Bueno, ¿de cuál clase de persona eres? Te puedo garantizar que los que dan son los más felices. “En todo os he enseñado que, trabajando así, es necesario sobrellevar a los enfermos, y tener presente las palabras del Señor Jesús, el cual dijo: Más bienaventurada cosa es dar que recibir.” (Hechos 20:35) ¿Cuál fue la navidad más feliz de tu vida? A todos nos gusta recibir regalos. Pero, ¿Qué tal cuando das un regalo que le ocasiona felicidad a alguien y a ti te alegra el corazón?
Recuerda la historia del anillo que le di a mi esposa; era dar y dar con alegría. Es lo que mi esposa solía llamar el especial de “dos por uno”, ¡el dar y dar con alegría! Si vas a obedecer a Dios, ¿Por qué no hacerlo de la manera correcta? Mateo 5:22 se trata del coraje hacia un hermano sin motivo y decirle cosas ofensivas. Los dos versículos siguientes dicen, “Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti, Deja allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente.” Imagínate al hombre viniendo al altar para darle un presente a Dios. Mientras está allí, listo a ofrecer a su cordero en sacrificio y pensando lo feliz que estará Dios con él, recuerda que había ofendido a su hermano. Es interesante que lo recuerda estando en el altar.
Dios sabe que quizá no habría reconciliación si se hubiera acordado en su casa. A lo mejor lo hubiera postergado, pero estaba en el altar cuando Dios lo hizo recordar. Ahora, esto es una posición difícil porque Dios le dijo que dejara “allí” su “presente”. Estoy seguro que el sacerdote no quería vigilarle el cordero y puedo imaginarme al sacerdote diciéndole, “¿Quién crees que soy, tu madre? ¡Más vale que regreses pronto, o lo venderé!” Es complicado: No se lo puede llevar, ni lo puede ofrecer en sacrificio sin antes poner en orden la situación con su hermano. Dios no le dijo, “No quiero tu ofrenda.” Le dijo, “¡Quiero las dos cosas! Arregla la situación con tu hermano y ofréceme tu sacrificio.” Dios nos ayudará porque no nos permitirá recordarlo hasta estar en el altar con nuestro presente. (Es el especial dos por uno, vea también Malaquías 2:13-16).
Recuerdo la primera vez que escuché la palabra “diezmo”. Me había invitado un amigo a su iglesia y estaba sentado escuchando al pastor predicar acerca de “diezmar” y no sabía a lo que se refería.
“¿Qué es diezmar?” Le pregunté al hombre de al lado.
Respondió con una sonrisa, “¿No sabes?”
“No.” Le dije.
Se rio y dijo, “Es cuando le das el 10 por ciento de tu dinero a Dios.”
“¿MÍ dinero?” le dije y pensé, “Ojalá no le hubiera preguntado.” Hay una falsa enseñanza que dice que el requisito de diezmar esta “bajo la ley” y que por lo tanto ya no es necesario cumplir con esta obligación. Como si Cristo Jesús murió en la cruz para que pudiéramos dar menos dinero, o para que no fuera necesario tener fe en las promesas de Dios (vea Proverbios 3:9-10, Malaquías 3:8-11, Lucas 11:42, 2 Corintios 12:13, entre muchos versículos más). Jacob y Abraham diezmaron cientos de años antes de que existiera la ley. Si no puedes confiar en Dios con “tu” dinero, ¿Cómo puedes confiar en Él para lo demás? ¡Dios cuidará de ti! “Dad, y se os dará;…” (Lucas 6:38).
En la Biblia solo se encuentra una ocasión en la que Dios dice, “probadme”, y es con los diezmos y las ofrendas. “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” (Malaquías 3:10) Dios dice, “probadme”. Dios está diciendo, “¡Averigua si soy real; averigua si puedo cumplir mis promesas; pon me a prueba!” ¿Por qué lo hace Dios con en dinero? Porque todos sabemos cuánto dinero nos queda al fin de mes, y cuando vemos que Dios nos bendice, si, aun en lo económico, entonces nos decimos, “Dios puede cumplir todas las demás promesas en la Biblia también.” A Dios no le da miedo que le tomes la palabra. ¿Y tú, tienes miedo? ¡Permite que Dios tome el control de tu corazón en esta área y diviértete!
“Hasta que Sobreabunde”
Su nombre era Merle, un pescador comercial y miembro de nuestra iglesia. Era fiel a la iglesia y un buen hermano que disfrutaba diezmar. Tuvimos una conferencia de mayordomía en nuestra iglesia y una de nuestras metas principales era levantar fondos para construir un templo nuevo. Esa noche después de la conferencia, Merle le dijo a su esposa, “Oremos para saber cuál será nuestro compromiso para este año.”
“Muy bien,” dijo ella y agregó, “pero oremos por separado. Yo iré arriba para orar y tú orarás abajo. No quiero oírte orar en voz alta acerca de una cantidad que debemos dar y después tener esa cantidad en mi mente.” Él estuvo de acuerdo, y en unos minutos ella bajó y dijo, “¿Cuánto crees tú que Dios quiere que demos?”
La cantidad que Dios le había puesto en el corazón de Merle era $3,000, pero él tenía miedo de decírselo así que le preguntó, “¿Cuánto crees tú que debemos dar?”
“Te pregunté primero,” le respondió.
“Bueno, yo creo que debemos dar $3,000,” le dijo.
Su esposa sonrió y dijo, “Si, eso es también lo que siento que Dios puso en mi corazón.” Estuvo feliz cuando la escuchó decir eso.
Como pescador comercial en el Estado de Washington, Merle pescaba salmón en Puget Sound. Así como le llegaba el dinero lo depositaba en su cuenta en el banco. Lo que él llamaba “dinero para el invierno”. Él explicó que incluyendo todos sus gastos generales el necesitaba $12,000 para pasar el invierno. Posiblemente podría con $10,000 pero en realidad necesitaba $12,000. Cada vez que hacía un depósito a su cuenta se sentía culpable. Dios es primero, es lo que dice la Biblia (vea Mateo 6:33). Merle dijo, “Yo oraba cada vez que depositaba el dinero: ‘Señor no me he olvidado de ti, solo necesito apartar mi dinero para el invierno.’” ¿Alguna vez has hecho algo así? Algunas personas guardan su diezmo hasta que ven una necesidad en la iglesia como si fuera su decisión cómo y cuándo dar. El esperar o postergar el dar no solo crea la tentación a gastar lo que es justamente de Dios, sino que también trae culpa. Cuando tomamos la decisión de dar regularmente (Malaquías 3:8-10, I Corintios 16: 1-2) evitamos luchas internas y entonces podemos tener gozo. Oye, si lo vamos a hacer, entonces hagámoslo correctamente. Merle dijo que no importaba lo que le decía al Señor la culpa permanecía así que tomó su chequera y corto un cheque por $3,000 para el fondo de construcción. Noten, esto era por encima de su diezmo regular.
Me encontraba en la iglesia cuando Merle se me acercó para darme el cheque de $3,000. Me explicó que era para el fondo de construcción y me contó lo que les acabo de compartir. Me recordó lo de su dinero para el invierno y dijo, “Pastor, solo tenía $5,000 en el banco y ahora después de este cheque solo me quedará $2,000.” Sé que algunos le hubieran regresado el dinero por lástima, pero si alguien tiene más fe que tú, no te metas en lo que Dios desea hacer. Él estaba siguiendo un principio bíblico: ¡Jesús primero! ¿Jesús le devolvió las dos blancas a la viuda después de que ella las echó en el arca? Dos veces dijo Cristo que ella* “echó todo lo que tenía, todo su alimento” (Marcos 12:41-44). No había programas asistencia del gobierno en aquel tiempo. ¿Qué comería? Puedes estar seguro de que Dios cuidó de ella (vea I Reyes 17:11-15).
*(Una nota aquí podría serle útil a algunos. No es fe tomar el dinero que Dios te ha dado para las necesidades de otros, como tu familia, y regalarlo todo. ¿De cuál otra manera alimentara Dios a tu familia? La Biblia dice, “Y si alguno no tiene cuidado de los suyos, y mayormente de los de su casa, la fe negó, y es peor que un infiel.” Hay un dicho, “No puedes dar más que Dios”; si, pero esto es cierto si estas siguiendo la Biblia (1 Timoteo 5:8). He escuchado historias de personas bien intencionadas quienes dieron 100 por ciento de su dinero a Dios o a otros, y después cuando recibieron su quincena o algún regalo volvieron a dar el 100 por ciento de eso también y así continuaron hasta que ocurrió lo inevitable y ya no tenían dinero y no podían pagar lo que debían. ¡Esto no es sabio ni es bíblico! El diezmo (10 por ciento) es del Señor; el 90 por ciento es tuyo para decidir en que utilizarlo, para las necesidades de la familia u ofrendas para la obra de Dios.)
Cuando Merle me dio el cheque me recordó que solo quedaba un mes de la temporada de pesca y esta temporada no había sido buena. Esa misma noche, como Dios lo determinó, recibió una llamada avisándole que los peces estaban migrando y él podría ir a pescar. El estado de Washington regula la pesca; uno no puede pescar en donde y cuando quiera. Él pescaba en una clase de barco que medía 32 pies que él llamaba “bow picker” los significa que en la parte de enfrente tenía un tambo de acero que recogía la red. El utilizaba redes de enmalle, en esta forma de pesca, las redes tienen orificios cuadrados que permiten pasar a los peces pequeños atrapando solamente a los salmones más grandes. Aquellos que estaban pescando en Puget Sounds esa noche tenían que pescar entre una boya y un punto determinado en la orilla, un tipo de línea invisible en el agua. Si cruzabas la línea, la Guardia Costera te recordaba en dónde se encontraba multándote. El mejor lugar para pescar era lo más cerca que podías estar de la línea invisible sin cruzarla; casi todo el salmón corría en una dirección entre la orilla y esta boya. El problema era que con tantos barcos en el grupo de Merle, simplemente no había suficiente espacio para todos cerca de la línea. Los primeros barcos en salir tendrían las mejores posiciones justo a un lado de la línea. Los que llegaban más tarde tendrían que quedarse detrás de la primera fila de barcos, lo que implicaba que solo podrían pescar los peces que le dieran la vuelta a las redes de enfrente. De hecho, era peor si el barco quedara atorado en medio con barcos rodeándolo porque entonces era difícil pescar el salmón que nadara desde otra dirección.
Pues, ¡Merle quedó atorado en medio! Recuerdo que me dijo, “Pastor, era el peor lugar posible para estar.” Dijo que estaba molesto, “¡Pastor, hice todo lo posible por estar allí temprano pero hubo problemas con el barco y quedamos atorados en medio!” Me dijo que se hubiera regresado a la orilla pero para hacerlo hubiera pasado por encima de las redes de los demás. El marinero que lo acompañaba lo convenció que echara la red y le dijo que a lo mejor pudieran pescar lo suficiente como para recuperar lo que gastaron en combustible. Echaron la red y la conectaron al tambo de acero. Fue entonces que sucedió - ¡Las bendiciones de Dios!
Merle dijo que el tambo al recoger la red empezó a hacer un ruido y a patinar; pensó que se le había atorado la red en un tronco. Entonces vio a los peces brillando en el agua y recuerdo como me dijo, “Pastor, en la primer tanda conté casi 150 salmones, en la siguiente tanda cerca de 70 y en la tercera tanda casi 100.” Después añadió, “En la primera línea, a dos barcos les fue muy bien. Uno pescó casi 450 peces y el otro alcanzó superarlo con 500. ¡Eso es una muy buena pesca para Puget Sound!” Hizo una pausa, y después dijo, “Pastor, ¿Sabe cuántos peces pesqué anoche? ¡Pesqué casi mil cien salmones!” Me dijo después que había estado pescando en Puget Sound por más de 20 años y jamás había pescado tantos peces.
“Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado; más en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran multitud de pescado, que su red se rompía. E hicieron señas a los compañeros que estaban en el otro barco, que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambos barcos, de tal manera que se anegaban. Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó de rodillas a Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque temor le había rodeado, y a todos los que estaban con él, de la presa de los peces que habían tomado; Y asimismo a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: No temas: desde ahora pescarás hombres.” (Lucas 5:5-10)
Entonces Merle hizo referencia a una porción de Malaquías 3:10 diciendo, “Sobreabundó y no hubo suficiente espacio para todo.” Explicó que cuando recogía la última tanda su barco estaba tan pesado por los peces que la proa empezó a hundirse en el agua. El marinero le dijo que se hundirían si insistía en recoger la última tanda. Merle me dijo que cuando terminas de pescar, llevas los salmones hasta la orilla en donde se descargan a una barcaza. Ya estaba lleno el barco y él no sabía qué hacer con los peces que estaban en la red aún en el agua. No los podía meter en el barco y tampoco había manera de arrastrar la red hasta la orilla sin que se atorara u otros barcos le pasaran por encima. Me dijo, “No puedes dejar a los peces en la red en el agua. No sabía qué hacer y no quiero que me malinterprete, Pastor, no soy avaricioso, pero ¡Dios me había dado esos peces y yo los quería!” Me dijo que de los otros barcos vieron lo que estaba sucediendo y después de haber descargado sus peces, desataron la barcaza y se la llevaron hasta donde él estaba para que pudiera descargar su barco y así poder recoger la última tanda. Dijo que jamás había visto que se hiciera esto. Esto era para que el pudiera alcanzar a recoger la última tanda porque por la “sobreabundancia” ya no había más espacio.
Cuando él me lo estaba contando recuerdo haber pensado, “Ojala pudiera ser pescador.” Dios no podría hacer lo mismo para un pastor, un plomero o un cocinero, ¿o sí? Dios dice, “probadme”. ¡Cuando la gente se da cuenta que Dios es capaz de cumplir Su Palabra en relación con el dar, empiezan a creer y a obedecer otros mandamientos en la Biblia!